miércoles, 9 de julio de 2014

San Fermin 2.014. Eencierro 8 Julio 2.014


سان فرمين أ.٠١٤. انسير ض جولي أ.٠١٤ 













Plaza de toros de Pamplona. Cuarta de abono. Lleno habitual. Toros deDolores Aguirre, grandes, con caja, destartalados algunos, amplios, mansos y descastados en su mayoría. Con más calidad el tercero, que acabó defendiéndose por su poca fuerza. Uceda Leal, silencio;Francisco Marco, silencio en ambos; y Paulita, silencio en ambos. Destacó en la brega José Antonio Carretero.
Madrid (España). Hay algo más duro que la dureza. Que la dureza de un toro duro. El toro que no embiste, el toro feo y destartalado, el toro que no da opciones, el toro ingrato al esfuerzo. El deslucido y el complicado. Porque el peligro del toro duro es evidente a ojos del público, y lo que haga el torero con un material así es susceptible de tener retribución. Pero cuando un toro, como los de hoy de Dolores, sólo tiene fachada, y el interior está hueco, las opciones de éxito se evaporan a la velocidad que los mozos devoran sus viandas en la merienda. Y eso sí que es duro. 

Uceda no se complicó con su lote y pronto tiró las tres cartas tras comprobar que las opciones de éxito eran nulas. Marco, como es su costumbre, se afanó en contentar al público pese las estrechas posibilidades de éxito que vislumbraba su lote, mientras a cargo de Paulita corrieron los fogonazos más artísticos en el tercero, el toro que mejores condiciones apuntó, pero al que su falta de fuerza llevó a defenderse en lugar de potenciar las virtudes que se le adivinaban. En contraprestación, el sexto fue quizá el más arisco del envío y el aragonés no pude cerrar con brillantez la tarde de su debut en Iruña. 


Los únicos momentos relevantes artísticamente hablando que tuvo el festejo se amalgamaron en el saludo capotero de Paulita al tercero, toro de buena reata, alto y serio, largo y zancudo, que embistió con clase hasta que sus fuerzas le llevaron a calamochear y puntear las telas. El aragonés voló bien el percal y luego compuso la figura en tres naturales de buena expresión y dibujo, que el toro acusó, porque encogido y afligido, nunca volvió a embestir por derecho y la faena, que parecía cobrar vuelo, se frenó en seco. Y eso que Carretero lo lidió perfecto, ahorrándole capotazos y aliviándolo por arriba en una brega modélica. Pero fue en vano.

Al avacado sexto lo zurraron en varas y a pesar de llegar muy sangrado al último tercio acometió con mal estilo, pegando arreones y tornilllazos de modo intempestivo. Parecido carácter tuvo el quinto, toro de amplia cuna, que se escupió de capotes en los primeros tercios -denominador común de la corrida- para después moverse sin entrega ni ritmo, y en definitiva, sin raza. Francisco Marco no tuvo opción ni siquiera de mostrar la tenacidad que pudo esbozar en el segundo, que al menos le dejó calentar el cotarro de rodillas al final de una labor entusiasta y pundonorosa.

Posiblemente el animal más feo del conjunto, basto, estrecho y sin cuello, al menos tomó los vuelos del capote del navarro, y a su aire, pasó por allí. Sin emplearse, pero sin molestar. Marco suplió con la actitud del que quiere el oficio del que no torea, pues el estellés se ceñía la taleguilla por primera vez en la temporada.

Uceda Leal volvía a San Fermín con la misma ganadería con la que había trenzado el paseíllo en Pamplona en las últimas tres ocaciones. Cierto que sus toros no optarán al premio 'Carriquiri' pues el que partió plaza se movió incierto, amagó más que embistió, incluso se metió por dentro cuando el deUsera lo tanteaba por el pitón derecho, mientras el cuarto arreó y apretó para los adentros en los primeros tercios y pronto buscó la huida. Sin embargo Uceda desistió demasiado pronto de plantearles batalla, quizá sabedor de que hay algo más duro que un lote duro: un esfuerzo sin recompensa.



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